La
música del camino
Pudo ser
una vez que un niño paseaba alegre por un camino de baldosas musicales, que al
pisarlas emitían sonidos muy agradables. Al rato de caminar se encontró con un
osezno el cual le saludó “buenos días Inocencio”. El chico le saludó mientras
se hurgaba la nariz, pues llevaba rato molestándole algo. Luego de hurgar y
hurgar hizo una bolita con lo que encontró en ella y la tiró bien lejos,
deshaciéndose del mayor problema que se le había presentado en toda la mañana.
Entonces, su peludo amigo le propuso que bailase para él dentro del camino para
poder dedicarle una canción y así el bailarla. El niño aceptó sin vacilar y al
poco de dar un par de pasos, ya había empezado a vibrar una melodía que alegró
al osezno y empezó a imitarle los pasos.
A lo largo del baile Inocencio creció y cada vez se hacía más torpe intentando
bailar de forma que la música fuera agradable. Y decidió que jugar con el
osezno ya no le parecía tan divertido, en consecuencia lo abandonó y siguió
andando.
Tras dar unos pasos se torció el tobillo y cayó en el camino cuan largo era.
Tenía que seguir avanzando, podía mirar atrás si quería, aunque vería el osezno
muy distante y sin claridad, pero tenía que seguir avanzando. Entonces se
arrastró y la música que sonaba tras su paso empezó a ser lastimosa. No le
gustó, así que decidió echarse a dormir. “Mañana será otro día y en mis sueños
volveré a ser feliz”.
Pero Realio, el monstruo de los sueños, le atacó y lo devoró.
El Barbus
23/10/2011
23/10/2011
jajjaja em....Pablo ¿todo esto porque tus planes de inventar la máquina del tiempo se han frustrado?
ResponderEliminarLo que realmente me preocupa es el final.... ¿Era un monstruo Volador?
Me gustan los mircrocuentos ^^
Un beso.